La palmera areca es el modelo más tradicional de este tipo de árboles. Por su estética es muy simple de percibir, y además, es el estilo más clásico al cual todas las personas lo reconocen. Por eso, es el más utilizado en el jardín de cualquier hogar. La característica más importante de la palmera no pasa por las flores, sino que su belleza está en las grandes hojas que son de un color verde muy intenso.
El tronco de esta palmera suele ser de 10 o 12 centímetros de diámetro, con unas hojas pinnadas y anchas con pecíolos verdes y oscuros. Además, tienen un capitel de color amarillo rojizo, que le otorga un aspecto muy llamativo. Sobre ese sitio de la planta es donde se posa la mirada del ojo humano en primera instancia. Además, cuenta con unos frutos anaranjados oscuros que se presentan en grandes ramilletes, y las semillas frescas germinan con rapidez.
En cuanto a las exigencias que tiene este tipo de palmera hay que decir que prefiere vivir en zonas de media sombra, en terrenos ricos en materia orgánica, en donde se desarrollan rápidamente. Sin embargo, hay que pensar que se trata de una planta tropical, que vive más que en nada en zonas subtropicales. Por este motivo, permite soportar temperaturas inferiores a cero grados centígrados.
Las familias le ven una utilidad muy buena como una planta de interior y también para patios que no reciban el sol de manera directa durante todo el transcurso del día. Además, en zonas que se encuentren exentas de heladas, pueden vivir a pleno sol como un pie aislado.
Por último, hay que decir que es muy simple diferenciar este tipo de palmeras a otros modelos, debido a que tienen un capitel anaranjado, aunque a veces adquiere un color marrón y otra cuestión distinta es que no suelen crecer mucho en altura.